Sin embargo, aunque esté a punto de pegarme un culazo, me sonrío al ver que el viento me lleva patinando por el hielo formado en la acera; me sorprendo al ver un rubio en clase con un bigote super negro (que ya no sé si es que es falso...); me siento super realizada cuando consigo abrir el candado de mi taquilla a la primera; empiezo a batir récords cuando llego a la universidad con el tiempo justo y quiero imprimir e ir hasta la taquilla (en el otro lado de donde tengo la clase) para dejar el abrigo, cambiarme de zapatos y entrar a clase sin llegar tarde.
Empiezo a ver que no todo es caro aquí, que se pueden encontrar tiendas más asequibles, donde comprar un poco de todo al estilo "chollo" o "veinte-duros".
Así que estas primeras semanas están llena de contrastes. Mi estado de ánimo sube y baja cual montaña rusa y encima no puedo jugar al bádminton para desahogarme porque me duele el codo. Eso sí, echaré mi bañador, mis gafas de la piscina y mi toalla más a menudo a la mochila.
Y para terminar, un consejo:
Por mucho hambre que tengas y muy buenas que puedan estar las patatas fritas de bolsa, espérate a llegar a casa para comértelas, porque si no llegarás con las manos agarrotadas del frío y dejarás de sentir los dedos. Y eso no mola.
>> música québecquois:
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