Esta ciudad tiene su magia.
Quizás para la gente de aquí es algo habitual, pero a mí me encanta ir por la calle mirando las fachadas de las casas; cada una es distinta aún siendo muy parecidas. En algunos casos son realmente bonitas, con sus escaleras haciendo curvas imposibles.
Ir en bici es todo un placer, no paras de estar mirando a un lado y otro (con cuidado de los agujeros y baches de la calle) y con las calles tan anchas, no hay tanto miedo a los coches ni vas molestando a las abuelas con los perritos del paseo marítimo... Anécdota: el otro día un camión enorme me cedió el paso en un cruce!
Siendo una ciudad grande como es, no me parece que las cosas estén tan lejos. Transporte público o bici, se llega rápido y puntual a cualquier parte. Me encanta.
El metro está bien cuidado. Hay una parada llamada Jean-Talon que es un punto importante, porque cruzan dos líneas de metro y hay muchas paradas de autobús fuera. Es una estación donde hay que andar bastante para cambiar de la línea azul a la naranja, o viceversa. A muchos esto le parece un coñazo, pero en esos rincones musicales de la estación a veces hay gente realmente buena, como el grupo tipo celta, con sus violines, sus flautas... o la chica del acordeón que un día tocaba música de la película Amelie... o el hombre de la flauta en unos zancos de vértigo... Hasta he llegado a escuchar a un hombre tocando flamenco a la guitarra...
En fin... me gusta... me gusta esta ciudad...
1 comentario:
mola el blog
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