A una semana justo de la vuelta, ya puedo decir que el mochilerismo de este erasmus acabó.
Volví de unos 4 días en Italia, viendo 3 ciudades (Turín, Venecia y Milán), con pérdidas al buscar los hoteles, con visita a una amiga ex-erasmus de Lausanne, sufriendo los baratos trenes regionales, donde a veces no hay aire acondicionado y sí mucha mucha gente dando aún más calor, con todo el cuerpo lleno de ronchas mosquiteras (la última vez que conté, eran 29, sin exagerar), con ropa sucia del sudor y oliendo a salchichón italiano, con muchas fotos hechas y con unas ganas de volver a la civilación suiza tremendas.
Italia es bonita. Italia no es cara. Italia es caótica. Digamos que es como una españa pero con otro idioma. El paisaje cambia radical al pasar la frontera de Suiza y las casas tienen otro estilo, las ciudades se ven más amontonadas...
En Turín vimos lo fundamental con Lucia, terminando la jornada haciendo "aperitivo" (pagas la bebida por unos 9 euros y comes lo que quieres y cuanto quieres) y perdí la funda de la cámara.
En Venecia comprobamos que la ciudad vive del turismo, porque los turistas se hacen con las calles, con sus mochilas y maletas, mirando las millones de tiendas y puestos; algunos con las típicas gorras de marinero o la camiseta de rayas. No hubo góndola pero sí Vaporetto (barco a modo de transporte público, que usan muchos guiris para ver un poco más de la ciudad desde el gran canal). Ver Venecia en Verano es querer pasar calor del bueno y ser comido por los mosquitos nocturnos.
En Milán la moda es lo que cuenta y en el centro, junto al Duomo (impresionante, por cierto), entre las miles de tiendas y bonitos restaurantes, se mezclan los turistas con cámaras, la gente más o menos elegante, que está de compras y los ilegales vendiendo pulseritas o maiz para echarle de comer a las muchas palomas que hay por allí.
La estación central es enorme y bonita, pero para dejar una maleta hay que hacer una cola tremenda, porque no hay las típicas consignas; y para comprar un billete de tren lo mismo: más cola y cuidado que no se cuelen.
4 días intensos, metidos en una Italia turísitica que no decepciona pero a la que hay que echarle paciencia.
Ah, y hay que llevar dinero en efectivo,porque allí lo de usar tarjetas... como que sólo en Gucci o en Chanel...
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