lunes, 16 de agosto de 2010

campero de pollo sin cebolla

Volver a "la Maruchi" siempre está bien, no sólo porque los camperos allí están muy bien y el ambiente playero acompañe, sino porque ha sido un lugar de reunión durante muchos años.
Ese lugar significa años de amistad, de hablar de nuestras cosas, de reír, de llorar, de enfadarnos...

Anoche me di cuenta más que nunca del paso del tiempo. Parece que no, porque siguen estando las mismas mujeres, con sus dos planchas y su listado de camperos al final; pero, por ejemplo, la "del bigote" ya no lo tiene, ahora hay mesas y sillas cuando antes no había y el frigo de las bebidas es distinto.
Nosotros también hemos cambiado. Bajo la misma aparencia y estilo que parece seguimos teniendo y la misma forma de quedar allí, hay conversaciones distintas, problemas más complejos que los de antes y una vida que estamos intentando que sea lo más parecida a lo que nos gustaría.
Empieza a haber objetivos concretos, algunos cumplidos, otros en camino y algún que otro sueño por cumplir.

Mientras mucha gente estaba en la feria, yo me estaba dando cuenta de la importancia de la amistad, lo difícil que puede ser mantenerla a veces, pero cómo es posible estar entre amigas del insti, con un campero entre manos y hablando como si el tiempo no hubiera avanzado tanto como lo ha hecho.

Gente, hemos dejado atrás la adolescencia!!
jajajajajajajajajaja

1 comentario:

Alina dijo...

mentiraaaaaaaa...sigo siendo una adolescenteeee...falté a la maruchi...espero no tener falta :). besos