"Qué bonita la nieve ahí abajo", piensas cuando vas a aterrizar en Montreal.
Parece que el viaje ha acabado, pero no; aún queda hasta dejar el aeropuerto atrás...
Primer paso: La aduana.
Una cola enooooooorme para entregar el papelito que has rellenado en el avión donde te preguntan si traes armas, si piensas traficar y cosas así estúpidas que, aunque fuera yo a poner una bomba, obviamente no marcaría la casilla del "sí" ("Policía, policía, soy terrorista, por favor, deténganme!! no?).
Mochila llena de cosas como equipaje de mano, el portátil y el chaquetón, hacen malabares con el papelito en cuestión, el pasaporte y mis papeles que dicen que estudio aquí en Canadá y que soy aceptada.
Cuando por fin me llega el turno, tras unos 30min en pie haciendo cola, miro a la policía que me pregunta para qué vengo y cuánto tiempo me quedo. Le explico todo, le enseño todo papel que tengo en la mano, le digo que ya he entrado antes en el país y que tengo mi sello en el pasaporte. Da igual, me manda sin pensárselo a Immigration. Ni carita de pena ni sello de enero ni ná.
Segundo paso: Oficina de inmigración.
Coges tu número y ves que tienes casi 20 números por delante. Aquello está to lleno de peña esperando. Llega el momento de respirar hondo, sentarte y echarle paciencia a la cosa. Hay muchas ventanillas pero oficiales en ellas sólo tres, que pasan a ser dos y uno, durante un buen rato. Los números no avanzan. Y se ven oficiales de policía con café o con zumo que entran y salen, otros que simplemente salen a imprimir algo o a charlar con otros compañeros. Un choteo vamos. Pero claro, como llevan ese chaleco antibalas a modo de musculitos en el pecho, cualquier dice nada.
Ellos no son funcionarios españoles... ¿ah, no??? Pues lo parecen, la verdad. Aquello parecía la hora del desayuno en la oficina de la Seguridad Social. Increíble.
Tras unos 45minutos allí esperando me llega el deseado turno, para responder al "qué haces aquí", "hasta cuándo te quedas", "tienes tu billete de vuelta ya comprado"... que te dan ganas de decir, "dándome la bienvenida, no?"
Cuando por fin sales de allí tu maleta ya está a parte, como olvidada, discriminada por ser "immigrante" y tú, que ya sólo piensas en llegar a casa, tienes por delante un autobús y un trayecto en metro, otra hora más por delante.
No hay nada como volver a Canadá... sí... y en exámenes... genial...
(pilláis mi tono de ironía?)
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