martes, 28 de febrero de 2012

El día que casi pierdo un dedo... del pie

Tengo el don de ser una pupas en el extranjero. Ya me pasó en Suiza, con el paraguas rosa que me encontré en la calle, cuando me rajé un dedo de la mano y vi salir más sangre que en una peli de Saw. Mi triste historia entonces fue esta: "el día que casi pierdo un dedo"

Esta vez casi me rompo el dedo pequeño del pie izquierdo. No ha habido sangre, pero si una inflamación considerable y un tono violeta muy a lo golpetazo fuerte. Ahora estoy con el pie en alto, bendado, y con el ánimo por el suelo. Mis planes para hoy eran salir a hacer unas compras necesarias, pero ir paseando, disfrutando del sol que hace, haciendo fotos, disfrutando de la ciudad... pero no, ha habido un cambio radical.
El espejo de mi cuarto ha decidido hoy rebelarse y sin previo aviso, pum, se ha caído por la cara. Yo, que estaba sentada cerca, no he tenido otra cosa que reaccionar para evitar que cayera de forma violenta al suelo y pudiera romperse en pedazos. Eso sí, mis reflejos no han sido tan rápidos como para poner otra cosa que no fuera mi pie en la trayectoria de la caída. Por tanto, el espejo no se ha roto pero yo me he quedado en el suelo pensando "que no se haya roto nada, que no se haya roto nada..".

Y ha tenido que pasar hoy. Hoy, que iba a salir a darlo todo esta noche con los españoles, para celebrar el final de los exámenes; hoy, que iba a pasearme muchísimo por las calles; hoy, que es casi casi el momento de irnos a EEUU de viaje...
Afú

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