jueves, 19 de enero de 2012

Estas primeras semanas están siendo duras aquí. Entre que no conozco todavía a mucha gente, que en clase siempre soy la única no francófona, que me están mareando mucho para hacerme con las asignaturas definitivas, que doy muchísimas vueltas por la facultad, que duermo poco porque madrugo mucho, que a veces el frío no mola... En fin, que a veces me pregunto "qué coño hago yo aquí".

Sin embargo, aunque esté a punto de pegarme un culazo, me sonrío al ver que el viento me lleva patinando por el hielo formado en la acera; me sorprendo al ver un rubio en clase con un bigote super negro (que ya no sé si es que es falso...); me siento super realizada cuando consigo abrir el candado de mi taquilla a la primera; empiezo a batir récords cuando llego a la universidad con el tiempo justo y quiero imprimir e ir hasta la taquilla (en el otro lado de donde tengo la clase) para dejar el abrigo, cambiarme de zapatos y entrar a clase sin llegar tarde.
Empiezo a ver que no todo es caro aquí, que se pueden encontrar tiendas más asequibles, donde comprar un poco de todo al estilo "chollo" o "veinte-duros".

Así que estas primeras semanas están llena de contrastes. Mi estado de ánimo sube y baja cual montaña rusa y encima no puedo jugar al bádminton para desahogarme porque me duele el codo. Eso sí, echaré mi bañador, mis gafas de la piscina y mi toalla más a menudo a la mochila.

Y para terminar, un consejo:
Por mucho hambre que tengas y muy buenas que puedan estar las patatas fritas de bolsa, espérate a llegar a casa para comértelas, porque si no llegarás con las manos agarrotadas del frío y dejarás de sentir los dedos. Y eso no mola.

>> música québecquois:



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