Os voy a contar una historia que empezó hace un año y pico.
Todo empezó una fría y lluviosa tarde de enero, después de un día completo en el laboratorio, peleando con los cacharros, y una visita fugaz a la clínica para ver a mi padre... Volviendo para casa, cansada y harta de día, esperando para coger la autovía por el Carrefour, el coche que estaba delante de mí fue a salir. Yo pensando que se había ido, miraba para donde venían los coches, para ver cuándo podría salir. Al ver mi oportunidad, no dudé, metí primera, aceleré y... el coche de delante se había parado a unos metros de mí y seguía ahí, por lo que sin darme tiempo a frenar le di en la esquina izquierda trasera. De golpe sentí todo el cansancio del día en mis músculos... Empecé a buscar los papeles del coche, los del seguro... Y nos quitamos los dos coches de mitad de la circulación. Del otro coche salió una mujer de unos casi 60 años, pidiéndome que me fuera a su coche a hablar y pedirnos los datos. Tonta de mí no hice el parte amistoso porque ni sabía cómo iba eso ni la tía tampoco. Me dijo que no me preocupara, que nos diéramos los datos, que los seguros se encargarían de todo.
Así lo hicimos. Yo apunté su nombre, el modelo del coche, la matrícula y toda la pesca. Al poco rato estaba cogiendo de nuevo mi coche. A mi coche apenas le pasó nada. Al suyo le rompí la luz de la esquina del choque y le hice un pequeño bollo. Al día siguiente llamé a la mujer y me empezó a decir que si se había encontrado mal por la noche, que si había ido a urgencias, que si le dolía el cuello... (¿¿??) Yo fui en cuanto pude a mi seguro y di parte. Al tiempo todo quedó olvidado.
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