Viaje de pocos días pero que ha cundido.
Empecé ejerciciendo de "niñera" en el avión, ayudando a una madre que volaba con nada menos que 3 hijos, la mayor de 5 años. Uno de los azafatos me pidió que me sentara con la niña para el despegue y el aterrizaje y la niña terminó haciéndose amiga mía y yo leyéndole cuentos de Barrio Sésamo...
Una vez en Santander, mi primera noche es borrosa, quizás porque sustituimos la cena por varias cervezas y una "caipivodka" o algo así, pero de fresa (aunque luego no había fresa y fue de frambuesa). Resumiendo, me sumergí de lleno en los bares y la movida santanderina y he de decir que los jueves hay bastante ambiente, ¿eh?
El segundo día fue día de andar y andar, para ver tooooda la cosa y las playas bonitas de la ciudad, la península de la Magdalena y hasta un faro en todo lo alto de un cerro, donde se pueden comer "rabas" o calamares, para que nos entendamos. Luego, fue turno de los "pinchos" (tapas para los del sur) y de un taller de Bollywood !!! Sí, por la cara. Y con algún paso medio flamenco, eh??
Para el último día dejamos los pueblos de Santillana del Mar y Comillas. El primero es interior y muy famoso por las cuevas de Altamira (que no pude ver) y el segundo de costa, donde se comen unas puntillitas (calamaritos) y un paté de.... (tengo que preguntar el pesacado) buenísimos.
Sin duda volveré en cuanto pueda, porque lo que es volar, Ryanair recorre el país en poco más de una hora.
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