pensamientos de las 23:55

Hoy he pensado que es muy triste que, en ocasiones, algunos de los que estamos aquí pensemos que queremos que acabe la erasmus. A ver, se está genial aquí, pero la EPFL me está amargando un poco la vida... ¿o es como siempre "teleco"? Je ne sais pas, pero algo está claro: no es normal que tenga en la cabeza los exámenes parciales o trabajos a entregar en lugar de dónde viajar o a qué fiesta ir. No es normal que ni me acuerde de la última vez que salí a darlo todo aquí. No es normal que me pregunte de nuevo qué he hecho con mi vida.

No sé si será mi culpa, por no elegir bien las asignaturas y por elegir aquellas en las que iba a estar sola. No sé si será que realmente tengo más lagunas en conocimientos que lagos hay en Suiza. Lo que sí sé es que este destino no es para nada un regalo. Aquí hay que controlar cuánto bebes o qué comes (porque todo es caro) y hay que trabajar duro para sacar p'alante una asignatura.

La universidad es genial, en cuanto a funcionamiento y a actividades; pero tiene muchos aspectos que yo veo algo hipócritas (como hacer una biblioteca que ha costado un dineral y que no da cabida a todos los estudiantes) (como dar un montón de apuntes para que luego, en muchos casos, no te sirvan de nada a la hora de hacer ejercicios); no es fácil conocer gente autóctona ni pedir apuntes, aunque entre erasmus nos echamos cables cuando podemos.


En fin... todo el mundo tiene un día malo... y para mí hoy es uno de esos.
Mientras muchos de mis amigos están en un festival de jazz super cool en Cully, yo he llegado hace un rato de la biblioteca, hambrienta, con los ejercicios sin hacer aún, y estoy metida en mi cuarto sin calefacción, porque no puedo cocinar, ya que mi cocina está llena de platos y sartenes sucias de los yogurines, que están super borrachos gritando y con la música alta en el salón... (¿llegará el segundo aviso de nuestro adorable vecino? ... ... )


Será eso que dicen de "C'est la vie", no?