miércoles, 18 de mayo de 2011

Mujer Rara: cuando shopping y desesperación van de la mano

Me he dado cuenta de una cosa: Soy una mujer rara. En todos los sentidos, ¿eh?

No me gusta ir de tiendas y mucho menos cuando necesito algo concreto, poco propio de mí y mi forma de vestir como un vestido para lucir en un evento especial. Necesito consejos de personas que sí les gusta la ropa y están al tanto de lo que se lleva, necesito abrir mi mente a cosas que normalmente no tolero para poder encontrar algo adecuado y... necesito suerte.

Suerte porque ya he estado dos tardes entrando y saliendo de tiendas, de probadores, colgando y descolgando perchas, tocando telas, mirando tallas... Y no, no disfruto en absoluto con esto.

Para empezar, la mayoría de la ropa que hay no me gusta. No sé si es que el mensaje de "la moda" no me llega, si es que no soy lo suficientemente coqueta para ello o que simplemente paso de todo y tengo mi propio estilo, que ahora no se lleva. A pesar de todo, descuelgo vestidos que creo pueden ser una buena elección.

Entonces es cuando llega el momento del probador. Momento en que me quito el bolso, los zapatos, el pañuelo, la sudadera, la camiseta, el pantalón y me quedo mirando lo que tengo esperándome. Sin mucho entusiasmo, me pruebo el primero... no, no me está bien, porque me sobra por aquí; me pruebo el siguiente... no, no me está bien, porque me sobra por allá; me pruebo otro... no, este es francamente feo y bastante "choni"!! ... y esto se repite y se repite una y otra vez.
Además, me hace gracia que a veces, en muchos probadores, existe aire acondicionado, directamente enchufado hacia la persona que se está desnudando y vistiendo en ese lugar, para que no pase calor (estando desnudo o en tirantas). Muy apropiado... para que el cliente en sí pille una pulmonía y no pueda siquiera estrenar el vestido.

Cansada estoy de estos dos días que llevo de búsqueda desesperada y sin resultado aparente. La desesperanza y el desánimo empiezan a aparecer. Aún queda algo de tiempo, aunque no mucho para encontrar el puñetero vestido.

Eso sí, cuando lo encuentre será el momento de buscar unos zapatos, una chaqueta...
(Ni pensarlo quiero)

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