lunes, 23 de mayo de 2011

solución a la adivinanza

El sábado por la noche llegó el momento de ponerme el vestido que había encontrado con suerte, las medias, los tacones también nuevos, peinarme muy bien repeinada y salir a la calle concentrada en no caer de boca y en adivinar dónde colocar las primeras tiritas.

Me había perdido el evento oficial por la mañana de la graduación, cuando los alumnos reciben sus diplomas y sus becas del color de su facultad, los profesores hablan diciendo cosas buenas de los muchachos que terminan y muchos padres están emocionados, con sus cámaras de fotos y vídeo.

Yo llegué para la cena, cuando todo el mundo está más relajado y va a disfrutar. Profesores y alumnos compartiendo salón de celebraciones, palabritas bonitas a los alumnos, brindis tras brindis y todo el mundo feliz y contento, más aún después de varios cubatas.

Y así es una graduación, algo que no podré disfrutar porque en mi facultad eso no es algo tan común como en otras. Creo que nunca podré oír de la boca de uno de mis profesores lo que dijo uno allí la otra noche:
"recordad que valéis mucho y que sabéis mucho".
(yo estaba allí, así que yo me incluyo en esa afirmación - yeah yeah)

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