martes, 29 de septiembre de 2009

Erasmus en Lausanne - como los chorros del oro - 2x04

Hora de acostarse, tras un día, como ya va siendo costumbre, intenso.
Hoy ha tocado "día de ser la señora de mi casa".

Con esto quiero decir, que me he tenido que levantar a poner la lavadora a las 8 de la mañana, para que luego, la secadora dure más de lo previsto por mi inexperiencia con estas máquinas, y se me haya quedado la ropa húmeda a medio secar...

Con esto quiero decir, que he ido dos veces al súper. Ahora tengo comida, tengo fixo para poner mis fotos y un trapo para poner debajo del escurre-platos.

Con esto quiero decir, que me he puesto a montar los cacillos del Ikea, atornillando con la única ayuda de un capuchón de boli, porque aquí... como que no me traje la caja de herramientas...

Con esto quiero decir, que he estado unas 3 horas limpiando. Sí, más tiempo que cualquier maruja de su casa, más tiempo seguido de lo que nunca había echado. Y es que un amigo me ha dejado una fregona (cómo se las puede echar de menos, eh?) y he aprovechado.
Mi casa era una gran pocilga. Olía al entrar, la cocina daba un poco de asquito y el pasillo se veía que tenía una gran capa. Así pues, me ha dado uno de esos impulsos míos y, empezando por mi cuarto, en el que ya puedo andar descalza sin problemas, he barrido y fregado pasillo, cocina y salón. Creedme, no es nada fácil, cuando se barre y parece que no has hecho nada o cuando se ve que la mancha negra del suelo de la cocina no se va a quitar por mucho que se frote con la fregona. La hornilla y alrededores, entre los que está el fregadero, el escurre-cacharros o el cajón de los cubiertos (que está vacío, de lo sucio que estaba y porque hay una jarra que, sin agujeros, hace de escurre-cubiertos) han caído también en mi locura limpiadera. Una hora de gimnasio no es comparable a lo que he frotao yo en la hornilla, para intentar quitar esos restos negros que tan feo quedan. Y bueno, algo ha mejorado, pero ahí hay que frotar mucho más, eh?

Menos mal que todo se hace más llevadero cuando se tiene una tableta de chocolate cerca y cuando luego, como recompensa, sabes que te podrás hacer una buena ensalada con un huevo y fruta, sabiendo que todo está limpio de verdad.

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